Menorca

La isla más virgen de las Baleares

Menorca es la segunda isla más grande de las Baleares y a menudo recibe la denominación de «hermana pequeña» de Mallorca. Pero este par de hermanas no podrían ser más diferentes. «Mallorca debe ceder ante el turismo en verano. En Menorca, ¡es el turista quien tiene que ceder ante la isla!», escribió una vez cierto periodista de viajes. Y tenía razón. La isla cuenta con estrictas restricciones medioambientales y, gracias a eso, ha podido conservar su carácter virgen. Aquí no hay edificios altos, ni desfiladeros urbanos, ni calles llenas de tráfico y ruido. Aquí todo es más acogedor, el tiempo parece detenerse en la isla. Aquí, la paz sustituye al bullicio de otros lugares. Aquí puede uno sentirse en armonía con la naturaleza, tomar tierra.

En Menorca, se camina de la mano de la naturaleza. Nada abruma, pero todo fascina. Según se dice, «o te enamoras tanto de Menorca que regresas a ella una y otra vez, o no puedes con ella y no la vuelves a pisar nunca». Es como si la isla eligiera a sus propios amantes. Menorca es una isla para los amantes del sol, la naturaleza, para los arqueólogos aficionados y los entusiastas de los deportes acuáticos. Una isla plena de relajación y experiencias. Como si su intención fuera no perturbar este idilio, las dos ciudades más grandes, Mahón y Ciudadela, se encuentran en los extremos más alejados de esta isla de tan solo cincuenta kilómetros de longitud. Los más individualistas encontrarán en esta isla su propiedad ideal.